Erase una vez una niña a la que le gustaba mucho quitarse los zapatos. Cada vez que llegaba a su casa, a casa de sus abuelitos, al piso de sus primas... o era una casa donde tenía confianza , se quedaba descalza, se quitaba los zapatos y tan feliz. el problema surgía cuando era la hora de irse:
- " ¡ como que vas descalza !, ¿ y el otro zapato? ", decían papá o mamá a la hora de querer salir.
A la niña del cuento le había entrado la manía de estar descalza y por eso, su hermana y sus primas siempre le tenían que ayudar a buscar el zapato, ya que generalmente uno aparecía antes, pero el otro no había forma de encontrarlo , era el zapato desaparecido. Mamá se desesperaba, papá decía:
- "¡ Siempre igual! ¿ A que llegamos tarde? "
Montones de veces, regañinas, enfados... y nada, los leotardos o los calcetines ¡ para no poderles mirar, de andar descalza! y ella sin entender que mamá y todos estuvieran preocupados, cuando llegara el invierno y los suelos estuvieran mas fríos ¡iba a coger una de catarros .....!
Un día que pasaban por una zapatería, la niña se quedó mirando unos zapatillos rojos que parecían tener ojillos y boquita sonriente y entonces fue cuando ella se dio cuenta de por qué cuando se quitaba los zapatos luego no los quería encontrar ¡ No se había dado cuenta de que los zapatos " se miran" cuando están bien puestos y "se llevan mal" cuando cada uno quiere ir para su lado.
Y colorín colorado el cuento por hoy se ha terminado
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