Por orden, Ángela, Paula, Irene, Celia, Elvira y Estrella. Estas son mis nietas, a las que con todo cariño dedico este blog.


martes, 16 de abril de 2019

CATEDRAL DE PARÍS

Ayer por la tarde, mientras Celia y yo dábamos un paseo y comprábamos para hacer arroz con leche, todas las noticias mostraban la Catedral de Notre Dame el llamas el artículo que ahora voy a pegar en esta entrada es el queme ha parecido muy instructivo: 

--Lunes de ceniza
'ABC' - 2019-04-16
JESÚS LILLO
Quedan las piedras y los mejores cimientos para levantar una nueva catedral, quizá más hermosa que la que ayer consumieron las llamas. En eso consiste buena parte de la historia, en ver cómo los monumentos se desploman y vuelven a levantarse. Torres más grandes han caído. Pico y pala. Embobados con los prodigios de última generación con que las grandes ciudades compiten en el mercado del arte y las taquillas del sensacionalismo arquitectónico, hemos olvidado la fragilidad de toda obra humana, su impermanencia y temporalidad. Nada es para siempre, ni siquiera Notre Dame. Guerras, incendios, terremotos, revoluciones o riadas han dejado su señal en unos templos que hace siglos fueron concebidos como seres vivos, genuinos works in progress sin final conocido, incluso a medio terminar. Pasada de lamentos, la dramaturgia de peluche con que ayer se transmitió la noticia del colapso de Notre Dame es la que demanda una sociedad pasada de sentimentalidad, viciada por los certificados de garantía, también arquitectónicos, y ajena a esa tarea de reconstrucción cuyas instrucciones dejaron sus antepasados grabadas en los muros de las catedrales, letra pequeña de un encargo sin fecha de caducidad. Nada es para siempre. Somos polvo, ceniza.
Retransmitido en directo, el incendio de Notre Dame es una llamada a la humildad, una invitación para regresar a un pasado cuyos muros se caían a trozos y en el que la eternidad no era precisamente un elemento material. Protestamos a voz en grito y en los juzgados por las goteras que le salen a un edificio de Calatrava, pero quienes durante siglos levantaron las catedrales no lo hicieron para colgar sus fotos en Instagram, sino para rehacer su altar después de cada guerra y cada fuego. Son los vecinos de París quienes ahora tienen la tarea y el reto de hacer de Notre Dame un templo de nuevo asombroso. Por simple orgullo, no van a fallar. Al resto del mundo, o a los que vieron la película del jorobado de Walt Disney, nos toca reflexionar sobre la mitología que ha sustituido a la religión. Lloramos el colapso de una catedral de cine mientras ignoramos los achaques de la iglesia de nuestro pueblo.

© 2011 Kioskoymas. Todos los derechos reservados

NO PODEMOS IGNORAR NUESTRA IGLESIA, NUESTRA PARROQUIA.

No hay comentarios:

Publicar un comentario