Todo estaba envuelto en calor y silencio cuando de pronto el abuelito ha dicho: -"¿son cohetes o truenos?"
Hemos salido al jardín justo en el momento que Angargo e Isnaji asomaban sus cabecillas de "humperanos - duendecillos" por entre las matas de los lirios, a la sombra del laurel.
Seguro que ellos con la intuición que les caracteriza se han dado cuenta de que aunque lejos de aquí lo que se oía eran truenos.